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Proyecciones y ley del espejo

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Todo lo que siento que no soy yo, los otros me lo van a mostrar en un espejo que refleja todo lo nuestro. Las demás personas son "los mensajeros", que se nos presentan como agradables o desagradables, y a través de ellos hacemos nuestra interpretación de la vida. Esto “mensajeros” nos ayudan a conocer nuestra parte más tapada y negada, tanto las añoranzas como la “sombra”, lo que no quieres reconocer en ti.


La proyección psicológica es un mecanismo de defensa, es inconsciente también, que utilizamos a diario y consiste en atribuir a otras personas características propias, rasgos y conductas míos que no me atrevo a mirar o no me los dejo vivir, por tanto, puedo vivirla en cualquiera de las dos polaridades.

En definitiva, es ver en los otros lo que no queremos, o no sabemos ver en nosotros mismos.


También existe la idealización, como una proyección de ensalzamiento de cualidades positivas hacia otras personas que podemos considerar superiores a nosotros, esta proyección es conocida como el oro de la sombra o sombra dorada, y es tan perjudicial como la proyección basada en la crítica, las dos nos impiden mirarnos con honestidad y acercarnos a un conocimiento profundo de nuestro procesos mentales y psicológicos. En las relaciones de amor se suele idealizar al principio, con nuestros maestros también suele pasar, incluyo se llegan a idealizar etapas de la vida sintiendo que en aquellas se quedó todo lo bueno vivido.


Proyectamos hacia otros nuestras culpas, incapacidades y todo lo que nos resulta inaceptable, porque reconocerlas en nosotros mismos duele y es más fácil verlo en nuestro mundo externo, en definitiva, en las personas que aparecen en tu experiencia vital. Proyectar es una forma de distorsionar la realidad para pintar una película en la que nosotros somos los buenos, los que salimos con una imagen beneficiada con respecto del otro.


La proyección por tanto pretende descargarnos de un peso, tiene un sentido positivo en alguna medida, aunque se vuelve negativo porque esto nos lleva a ignorar que tenemos un problema, dejamos de ver los acontecimientos con madurez y ecuanimidad, y de paso soltamos un dardo envenenado a otros pudiendo a veces generarles un gran daño innecesario.


Es importante comprender la doble polaridad de la proyección, si vibro en la misma energía que la persona que me genera tensión, es porque que yo también tenga esa actitud, pero no me gusta reconocerla en mí, y por eso la veo con tanta claridad en el otro. O si vibro en la polaridad contraria, más bien polaridad complementaria, entonces mi actitud será diametralmente opuesta a la de la otra persona, por eso tampoco acepto que esa persona haga eso que tanto me incomoda, yo estoy demasiado alejado de su postura como para poder comprenderla y aceptarla. En cualquiera de las dos opciones, tenemos que ser conscientes que cuando algo me genera tensión es porque esa información, que es como decir la misma forma de energía, está en mí, porque cada energía tiene siempre dos polaridades, el asunto es descubrir cual está actuando dentro en mi interior para después acercarme a un punto central más equilibrado.


Las proyecciones psicológicas son en esencia estados no aceptados e incluso reprimidos que hay que comprender para después liberar. Si queremos despertar todo el potencial humano que llevamos dentro, tendremos que tocar esas sombras internas, poner luz y transitar de la mano con esas emociones complejas. Hace falta mucha valentía, voluntad y ganas de encontrarnos con nuestra verdad oculta, todo ello de la mano de la aceptación, como favorecedora de la libertad y el crecimiento emocional.


Todo es tuyo porque la vida se da en tu interior, lo que añoras y admiras en el otro también es una parte tuya, de la que crees carecer. Es una cualidad que no ves en ti, o que todavía no tienes suficientemente desarrollada.

Cada reacción tuya es un aprendizaje, y ahí tienes siempre una gran oportunidad para conocerte. El mundo es un palacio de espejos para conocer la única realidad: tú, poniendo un ojo hacia afuera y otro para adentro. Todo lo que proyectas fuera y no haces tuyo, vas a sentirlo como una carencia, y nunca te sentirás completo si no abrazas todo lo que hay dentro de ti.


La teoría de la proyección psicológica fue desarrollada por Sigmund Freud. Más tarde, otros psicoanalistas relevantes como Jacques Lacan y Fritz Pearls, hicieron grandes aportes.


“Cuando proyectamos no sabemos que estamos proyectando. Mucho menos que seamos un proyector. Entonces, la proyección consiste en la tendencia de hacer responsable al ambiente de lo que se origina en el Sí Mismo”. (Fritz Pearls)


Todo lo que nos irrita de los demás, nos puede ayudar a entendernos a nosotros mismos. (Carl Jung)


Unas preguntas indagatorias —a cuál más incómoda—, que pueden ayudarnos a tener una mirada más objetiva. Extraídas del Libro Amar lo que es de Byron Katie, donde explica ampliamente el proceso de la proyección.


Primero exponemos el juicio que hacemos a otra persona, con todo lujo de detalles y de forma extensa, para después contestarnos a las preguntas:


¿Es eso verdad?

¿Tengo la certeza absoluta de que eso es verdad?

¿Cómo reacciono cuando tengo ese pensamiento?

¿Quién sería sin ese pensamiento?


Y para completar te puedes hacer otras tres preguntas:

¿Qué te hace esta persona que tanto te duele?

¿Cómo te haces tu eso a ti mismo?

¿A quien se lo haces tú?, ¿Has pensado en las consecuencias para esa persona?


La aceptación, el conocimiento de sí mismo y la humildad son las vías de descubrimiento y corrección de nuestras proyecciones, y así liberarnos de nuestras cargas, pero ahora de una forma consciente.

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